Francia real, Luis XIV. Moneda grande de plata en ecu. Lugar de la ceca: París Tirada: 14.374 uds. Denominación: Ecu (aux insignes) Referencias: Davenport 1316, Duplessy 1533B, KM-329.1 Peso: 26,97 g Diámetro: 42 mm Material: Plata Anverso: Busto blindado de Luis XIV a derecha. Leyenda: LVD . XIIII . DG – FR . ET . NAV . REX (marca privada: concha) Traducido: "Luis XIV por la gracia de Dios, rey de Francia y Navarra" Reverso: Escudo de armas ovalado coronado de Francia real sobre cetros en aspa. Leyenda: SIT NOMEN DOMINI (A) BENEDICTVM (marca privada) I70I (marca privada: hoja de trébol) Traducido: "¡Bendito sea el nombre del Señor!" Luis XIV (5 de septiembre de 1638 – 1 de septiembre de 1715) gobernó como rey de Francia y de Navarra. Ascendió al trono unos meses antes de su quinto cumpleaños, pero no asumió el control personal real del gobierno hasta la muerte de su primer ministro (Premier ministre), el cardenal italiano Julio Mazarino, en 1661. Luis permaneció en el trono hasta su muerte en septiembre de 1715, cuatro días antes de su septuagésimo séptimo cumpleaños. Su reinado duró setenta y dos años, tres meses y dieciocho días, el más largo documentado para cualquier monarca europeo hasta la fecha. Luis XIV es conocido popularmente como el Rey Sol (en francés: le Roi Soleil). Luis creía en el derecho divino de los reyes, una teoría que recibió una de sus expresiones más clásicas en "Sobre los deberes de los reyes", un sermón predicado por Jacques-Bénigne Bossuet en presencia de Luis en 1662. (Luis quedó tan impresionado con Bossuet que en 1670, lo nombró tutor del hijo y heredero de Luis). Durante gran parte del reinado de Luis, Francia se mantuvo como la principal potencia de Europa, participando en tres guerras importantes (la guerra franco-holandesa, la guerra de la Liga de Augsburgo y la guerra de Sucesión española) y dos conflictos menores (la guerra de Devolución y la guerra de las Reuniones). Entre los hombres que ocuparon un lugar destacado en la vida política y militar de Francia durante este período se encuentran Mazarino, Nicolás Fouquet, Jean-Baptiste Colbert, Michel Le Tellier, el hijo de Le Tellier, Louvois, el Gran Condé, Turenne, Vauban, Villars y Tourville. La cultura francesa también floreció durante esta época, y produjo una serie de figuras de gran renombre, entre ellas Molière, Racine, Boileau, La Fontaine, Lully, Le Brun, Rigaud, Louis Le Vau, Jules Hardouin Mansart, Claude Perrault y Le Nôtre. Luis XIV continuó la labor de sus predecesores de crear un estado centralizado gobernado desde la capital con el fin de barrer con los restos del feudalismo que habían persistido en algunas partes de Francia. Logró quebrar el poder de la nobleza provincial, gran parte de la cual se había rebelado durante su minoría de edad, y obligó a muchos nobles importantes a vivir con él en su lujoso palacio de Versalles. En consecuencia, durante mucho tiempo se le ha considerado el arquetipo del monarca absoluto de la Europa moderna temprana. Se dice que Luis dijo en su lecho de muerte: "Je m'en vais, mais l'État demeurera toujours" ("Me voy, pero el Estado siempre permanecerá"). Luis XIV colocó a un miembro de la Casa de Francia en el trono de España, poniendo fin de manera efectiva a la amenaza que había surgido desde esa parte de Europa durante siglos desde los días de Carlos V. La Casa de Borbón conservó la corona de España durante el resto del siglo XVIII, pero sufrió derrocamientos y restauraciones varias veces después de 1808. No obstante, hasta el día de hoy, el monarca español desciende de Luis XIV. Las numerosas guerras de Luis llevaron a la bancarrota al Estado (aunque también hay que decir que Francia pudo recuperarse en cuestión de años), lo que lo obligó a incurrir en grandes deudas estatales con varios financieros y a imponer impuestos más altos a los campesinos, ya que la nobleza y el clero estaban exentos de pagar estos impuestos y contribuir a los fondos públicos. Sin embargo, debe enfatizarse que fue el Estado y no el país el que se empobreció. La riqueza y la prosperidad de Francia, en su conjunto, se podían observar en los escritos del pensador y comentarista social y político Montesquieu en su novela epistolar satírica, Lettres Persanes. Aunque la obra se burla y ridiculiza la vida política, cultural y social francesa, también retrata y describe la riqueza, la elegancia y la opulencia de Francia entre el final de la Guerra de Sucesión Española y la muerte de Luis XIV. En general, sin embargo, Luis XIV fortaleció el poder de la Corona en relación con las élites feudales tradicionales, marcando el comienzo de la era del Estado moderno, y colocó a Francia en la posición predominante y preeminente en Europa, dándole diez nuevas provincias y un imperio de ultramar, así como influencia cultural y lingüística en toda Europa. Incluso con varias grandes alianzas europeas que se le oponían, continuó triunfando y aumentando el territorio, el poder y la influencia franceses. Como resultado de estas victorias militares, así como de los logros culturales, Europa admiraría a Francia, su poder, cultura, exportaciones, valores y forma de vida. El idioma francés se convertiría en la lengua franca de toda la élite europea hasta en la Rusia de los Romanov; varios principitos alemanes buscarían copiar su modo de vida a su gran costa. La Europa de la Ilustración tomaría como ejemplo el reinado de Luis XIV, estudiaría su uso estratégico del poder, emularía su elegancia y admiraría sus éxitos. Saint-Simon, que se sentía menospreciado por Luis XIV, ofreció la siguiente evaluación:
"No había nada que le gustara tanto como la adulación, o, para decirlo más claramente, la adulación; cuanto más grosera y torpe era, más la disfrutaba... Su vanidad, que era perpetuamente alimentada pues incluso los predicadores solían alabarlo en su cara desde el púlpito era la causa del engrandecimiento de sus ministros".
Sin embargo, hasta el filósofo alemán Leibniz, que era protestante y no tenía motivos para la adulación, pudo llamarlo "uno de los reyes más grandes que jamás haya existido"; y Napoleón, que no era precisamente amigo de los Borbones, describió a Luis XIV como "el único rey de Francia digno de ese nombre" y "un gran rey". Voltaire, el apóstol de la Ilustración, lo comparó con Augusto y calificó su reinado como una "época eternamente memorable", llamando a la Era de Luis XIV "le Grand Siècle" (el "Gran Siglo"). También se le considera uno de los gobernantes más grandes del siglo XVII junto con el emperador Kangxi del Imperio Qing y Pedro I de la Rusia zarista.