1/2 Thaler Reino de Hungría (1000-1918) Plata Leopoldo I de Habsb ...

1701, Hungría, Leopoldo I "el Hogmouth". Moneda escasa de plata de ½ tálero.

Año de acuñación: 1701 Denominación: ½ Thaler Lugar de acuñación: Kremnitz (KB) Gobernante: Leopoldo I "el Hogmouth". Referencia: Huszar 1404, KM-251. R! Peso: 14,26 g Diámetro: 36 mm Material: Plata

Anverso: Busto laureado y acorazado de Leopoldo I a derecha, con la Orden del Toisón de Oro. ¡Pañuelo de hombros con cara de monstruo! Leyenda: LEOPOLDO: (Virgen con niño) D: G: R: I: S: A: GER: (escudo de armas) HV: BO: REX • Traducción: "Leopoldo, por la gracia de Dios, Emperador de los romanos, Siempre Augusto, Rey de Alemania, Hungría y Bohemia" Reverso: Águila bicéfala coronada sosteniendo cetro y espada, escudo de armas dentro de la cadena de la Orden en el pecho, KB en los campos. Leyenda en latín: ARCHID: AV: DVX • BV: MAR: MOR: CO: TYR: 17 01 • Traducción: "Archiduque de Austria, Duque de Borgoña, Margrave de Moravia, Conde del Tirol 1701".

En el Sacro Imperio Romano Germánico, el tálero se utilizaba como patrón con el que se podían valorar las monedas de los distintos estados.

Leopoldo I, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico (nombre completo: Leopold Ignaz Joseph Balthasar Felician) Habsburgo (9 de junio de 1640 – 5 de mayo de 1705), emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, fue el segundo hijo del emperador Fernando III y su primera esposa María Ana de España. Sus abuelos maternos fueron Felipe III de España y Margarita de Austria.

Hermano menor de Fernando IV de Hungría y de Mariana de Austria. Destinado a la Iglesia, recibió una buena educación, pero sus perspectivas cambiaron con la muerte de su hermano mayor Fernando IV, el 9 de julio de 1654, a causa de la viruela, cuando se convirtió en heredero de su padre.

Leopoldo no tenía un físico atractivo. Era bajo y enfermizo, y había heredado el labio de los Habsburgo en un grado poco habitual incluso en su familia de sangre. Un contemporáneo dijo de él: "Su andar era majestuoso, lento y pausado; su aire pensativo, su forma de hablar torpe, sus modales groseros, su disposición fría y flemática".

En 1655 fue elegido rey de Hungría, en 1656 rey de Bohemia, en 1657 rey de Croacia y en julio de 1658, más de un año después de la muerte de su padre, fue elegido emperador en Frankfurt a pesar de las intrigas del cardenal Julio Mazarino, que quería colocar en el trono imperial a Fernando María, elector de Baviera o a algún otro príncipe cuya elevación rompería la sucesión de los Habsburgo.

Mazarino, sin embargo, obtuvo la promesa del nuevo emperador de que no enviaría ayuda a España, que entonces estaba en guerra con Francia, y, al unirse a una confederación de príncipes alemanes, llamada la Liga del Rin, Francia se aseguró cierta influencia en los asuntos internos de Alemania. El largo reinado de Leopoldo abarca uno de los períodos más importantes de la historia europea; durante casi la totalidad de sus cuarenta y siete años se enfrentó a Luis XIV de Francia, cuya personalidad dominante eclipsó por completo a Leopoldo. El emperador no era un hombre de guerra y nunca dirigió personalmente a sus tropas; sin embargo, la mayor parte de su vida pública la pasó organizando y dirigiendo guerras. La primera fue contra Suecia, cuyo rey Carlos X encontró un aliado útil en el príncipe de Transilvania, György II Rákóczi, un vasallo rebelde de la corona húngara.

Esta guerra, un legado del último reinado, fue librada por Leopoldo como aliado de Polonia hasta que se firmó la paz en Oliva en 1660. Un enemigo más peligroso entró en escena después. El Imperio Otomano interfirió en los asuntos de Transilvania, siempre un distrito rebelde, y esta interferencia provocó una guerra con el Sacro Imperio Romano Germánico, que después de algunas operaciones esporádicas realmente comenzó en 1663. Mediante un llamamiento personal a la dieta en Ratisbona, Leopoldo indujo a los príncipes a enviar ayuda para la campaña; Francia también envió tropas y en agosto de 1664 el gran general imperialista, Raimondo Montecuccoli, obtuvo una notable victoria en San Gotardo. Por la Paz de Vasvár, el emperador hizo una tregua de veinte años con el sultán, concediéndole condiciones más generosas de las que su reciente victoria parecía hacer necesarias.

Después de algunos años de paz comenzó la primera de las tres guerras entre Francia y el Imperio. La política agresiva seguida por Luis XIV hacia las Provincias Unidas había despertado la seria atención de Europa y se habían tomado medidas para frenarla. Aunque el rey francés había buscado la alianza de varios príncipes alemanes y alentado a los turcos en sus ataques contra Austria, el emperador al principio no tomó parte en este movimiento. Mantenía relaciones amistosas con Luis, con quien era pariente cercano y con quien ya había discutido la partición de las tierras de la monarquía española; además, en 1671, concertó con él un tratado de neutralidad.

En 1672, sin embargo, se vio obligado a actuar. Entró en una alianza para la defensa de las Provincias Unidas durante la guerra franco-holandesa; luego, después de que esta liga se derrumbara debido a la deserción del elector de Brandeburgo, se formó la Cuádruple Alianza, más duradera, con el mismo propósito, que incluía, además del emperador, al rey de España y a varios príncipes alemanes, y la guerra se reanudó. En ese momento, veinticinco años después de la paz de Westfalia, el Imperio era virtualmente una confederación de príncipes independientes y era muy difícil para su líder conducir una guerra con vigor y éxito, ya que algunos de sus miembros estaban aliados con el enemigo y otros eran tibios en su apoyo a los intereses imperiales. Así, esta lucha, que duró hasta fines de 1678, fue en general desfavorable para Alemania, y las ventajas del Tratado de Nimega favorecían a Francia.

Casi inmediatamente después de la conclusión de la paz, Luis renovó sus agresiones en la frontera alemana mediante la política de las Reuniones. Enfrascado en una seria lucha con el Imperio Otomano, el emperador volvió a actuar con lentitud y, aunque se unió a la Liga de la Asociación contra Francia en 1682, se alegró de hacer una tregua en Ratisbona dos años más tarde. En 1686, el emperador y los príncipes imperiales formaron la Liga de Augsburgo para preservar los términos de los tratados de Westfalia y de Nimega. La situación europea estaba ahora ligada a los acontecimientos en Inglaterra y la tensión duró hasta 1688, cuando Guillermo III de Orange ganó la corona inglesa mediante la Revolución Gloriosa y Luis invadió Alemania. En mayo de 1689, se formó la Gran Alianza, que incluía al emperador, los reyes de Inglaterra, España y Dinamarca, el elector de Brandeburgo y otros, y se libró una feroz lucha contra Francia en casi toda Europa occidental. En general, las diversas campañas fueron favorables a los aliados y en septiembre de 1697 Inglaterra, España y las Provincias Unidas hicieron las paces con Francia en el Tratado de Rijswijk.

Leopoldo se negó a aceptar este tratado, pues consideraba que sus aliados habían descuidado un poco sus intereses, pero al mes siguiente llegó a un acuerdo y una serie de lugares fueron transferidos de Francia a Alemania. La paz con Francia duró unos cuatro años y luego Europa se vio envuelta en la Guerra de Sucesión Española. El rey de España, Carlos II, era Habsburgo por descendencia y estaba emparentado por matrimonio con la rama austriaca, mientras que un vínculo similar lo unía a la casa real de Francia. Era débil y no tenía hijos, y las potencias europeas habían intentado arreglar una división pacífica de su extenso reino. Leopoldo se negó a consentir ninguna partición, y cuando en noviembre de 1700 Carlos murió, dejando su corona a Felipe, duque de Anjou, nieto de Luis XIV, se desvanecieron todas las esperanzas de un acuerdo pacífico. Bajo la guía de Guillermo III se formó una poderosa liga, una renovada Gran Alianza, contra Francia; El emperador fue un miembro destacado de esta guerra y en 1703 transfirió su derecho a la monarquía española a su segundo hijo, el archiduque de Austria, también conocido como Carlos III de Hungría. El curso inicial de la guerra no fue favorable a los imperialistas, pero la marea de la derrota se había revertido con la gran victoria de Blenheim antes de que Leopoldo muriera el 5 de mayo de 1705.